martes, 1 de noviembre de 2011

EL GRAN OSUNA

Pedro Téllez-Girón y Velasco. III Duque de Osuna. (1575-1625)
Nace en Osuna, Sevilla, hijo del segundo Duque y de Ana Velasco y de Tovar, señora de grandes virtudes y fuerte carácter, tanto que en La Corte circulaba el malintencionado chascarrillo que decía:

“Si doña Ana se cambiase por don Juan, y éste en doña Ana, se verían en la Casa de Girón un valeroso caballero y una dama de mucha piedad”.
Pedro heredaría ambas virtudes.

Desde pequeño es instruido en el humanismo de Erasmo, Historia y Geografía además de en otras materias, practica incansable con la espada, la daga y el arcabuz ya que su abuelo deseaba convertirlo en el perfecto caballero renacentista.
Ingresa en la Universidad de Salamanca donde estudia Retórica, Filosofía y Leyes. 
Con Alfonso Magara aprende Mecánica y Arquitectura de las fortificaciones.
Después el joven pasaría una temporada en la corte de Enrique IV de Francia. En París aprende las intrigas palaciegas y a reconocer a los cientos de parásitos que viven y medran alrededor de los monarcas.

En el año 1594 contrae matrimonio con Doña Catalina Enriquez de Ribera, nieta del conquistador Hernán Cortés y familia directa del Duque de Lerma, un noble que estaba en ascenso en la Corte española.
Formaría parte de la delegación española en la firma de ventajosa Paz de Vervins de 1598.

Al poco morían casi al mismo tiempo su padre y el rey Felipe. Pedro hereda el título por el que será mundialmente conocido.
Es un joven juerguista, vividor, mujeriego, además de un experto y valiente espadachín que se bate con cualquiera por lo que tiene numerosos incidentes con la Justicia y es, varias veces, desterrado y encarcelado.
Desde una de aquellas cárceles se fugaría para marchar a Flandes encuadrado en los Tercios como simple soldado. 
Durante seis años combatiría a los herejes en los puestos de mayor riesgo y fatiga:

“Sirvió sin diferencia de los demás soldados, gastó mucho dinero de su hacienda y fue tenido como padre, amparo, ejemplo y de excelente capitán”
Durante una de sus muchas misiones en Flandes zarpa desde el puerto de La Esclusa al mando de ocho galeras cargadas de abastecimientos con destino a la sitiada Ostende.
Los herejes, con una flota que supera ampliamente la potencia de las ocho galeras le esperan a la salida del puerto. Osuna y sus hombres combaten con coraje y serenidad pero nada puede hacer contra un enemigo muy superior. Aquella se convertirá en su única derrota pero Pedro aprenderá bien la lección. En aquel combate naval moriría Federico Spínola, hermano de Ambrosio.

Muy poco después durante el asedio de Grave y al frente de una 
temeraria carga contra la infantería enemiga resulta herido grave en una pierna. Arrastrará dolores y secuelas el resto de su vida pero su carga desbarata la defensa holandesa y logra la victoria.

Durante los años 1602 y 1603 el Duque evitará muchos motines pagando de su propio bolsillo a los hambrientos soldados del Rey

En el asedio de Ostende se destaca asaltando las trincheras holandesas de los que se convierte en terror ya que cuando el Duque se lanza al asalto sus hombres le siguen y no dejan enemigo vivo o perecen todos en el intento.

Durante un descanso en los combates el rey Jacobo de Inglaterra le invita a Londres. Allí aprenderá el sistema de organización de lo que sería la futura Armada Real inglesa.
En 1606 estaba de nuevo en el infierno flamenco.
Durante el asalto a la plaza de Grol recibe un arcabuzazo que le lleva el pulgar de la mano derecha.
Pedro da pruebas de poseer un carácter irreductible y un alma indómita pues aprende, en muy poco tiempo, a valerse con la zurda con igual destreza y soltura. Aprende a manejar, de nuevo, la pluma y la espada.

Por aquellos años se le concede por méritos y linaje el Toisón de Oro, máxima distinción entre los nobles españoles y conoce a quien será su amigo, cómplice y confidente. 
El genial escritor Francisco de Quevedo.

En el año 1610 es nombrado Virrey de Sicilia.
El reino era un desastre sumido en la miseria y el hambre. Había ladrones, bandidos y salteadores que dominaban los caminos y aterrorizaban al pueblo. La Escuadra de Galeras la formaban una turba de pícaros, golfos, vagos, cobardes y borrachos.
Con mano firme Osuna arregla el desbarajuste. Restablece la Ley de las monedas, ajusta los impuestos, apretando las clavijas a los ricos y poderosos, limpia los caminos de bandoleros y restaura la Justicia y la Paz.
Y como todavía no tiene bastantes remeros para sus galeras se inventa una argucia:

Convoca un concurso de saltos de altura. 
Los aspirantes debían saltar por encima de dos listones y al que lo hacía se le recompensaba con un doblón de oro… Aparecieron entonces cojos, mancos, ciegos y tullidos por docenas que, milagrosamente, se habían curado de sus dolencias y amputaciones consiguiendo así saltar los listones.
El Duque, como caballero de palabra e hidalgo español, pagaría a cada cual su doblón. 
Después los condenó a remar a galeras por falsos, mentirosos y estúpidos.
Con la nueva y muy disciplinada flota el Duque de Osuna incendia todo el Peloponeso y derrota a los otomanos en cada ocasión que se le presenta, de regreso atacan Túnez y La Goleta en donde incendian la flota turca que estaba allí anclada.


En 1616 le nombran Virrey de Nápoles. 
También estaba sumido en el caos y la miseria, la ciudad de Nápoles era el paraíso de los gañanes y los sinvergüenzas.
De nuevo el Duque mete en cintura a todo el mundo. 
Despeja la ciudad de maleantes y de espías franceses. 
Y para sus galeras se inventa otra estratagema.
En Nápoles, igual que en Sicilia, igual que en Europa, abundaban los falsos tullidos, los cojos y los mancos fingidos, los pícaros y los buscavidas sin escrúpulos.
Como la treta de los listones ya era conocida envía un carro cargado de doblones de oro que unos soldados van arrojando a las calles...
Tras el carro una compañía de soldados viejos va cazando a los mentirosos y a los avariciosos, a los espabilados, a los cobardes escondidos y a los imbéciles que se curaron de todos sus males ante el sonido del oro sobre los adoquines.

Pedro Téllez es quien inventa las flotas conjuntas de galeras y galeones que se dan apoyo mutuo. Con este concepto y capitanes intrépidos y valientes como Francisco Rivera se hace con el control del Adriático poniendo a Venecia contra las cuerdas y les lleva la guerra a los sarracenos hasta las mismas narices del Sultán.

Pero su abierto enfrentamiento con los arteros y pérfidos venecianos le enemista con la camarilla envidiosa de la Corte.

En España y sobretodo en sus Virreinatos le adoraban y le aclamaban. Su fama crecía cada día y nadie en el Reino podía hacerle sombra. Ni siquiera el Rey.
Y esas cosas en España se pagan muy caras.

Unos nobles napolitanos de la mano de Lorenzo de Brindisi acusan al Duque de conspirar para independizar Nápoles del Imperio. 
Tal cosa nunca pasó por la cabeza del noble y leal Pedro pero la envidia a su fama y la codicia sobre sus incalculables riquezas empujaron a sus enemigos y alentaron a los indecisos.

Además, el Duque de Lerma, vampiro acaparador de riquezas, había caído en desgracia, apartado por su ambicioso hijo, el Duque de Uceda que aupado al poder inició rápidamente los procesos y las detenciones contra los principales fieles a su padre.

Pedro Téllez es llamado de urgencia a la Corte en 1620.
Mientras espera audiencia el Rey se muere y el de Uceda encarcela sin miramientos y sin juicio previo al Duque de Osuna.
Nunca declaró ante la Justicia.

Lo encerraron en una mazmorra oscura y tiraron la llave. 
Lo torturaron y lo humillaron como a un vulgar ladrón y acabaron con su resistencia. 
Lo abandonaron y dejaron que se pudriese encerrado y encadenado esperando la ayuda que nunca llegó de amigos y familiares.

Nuestros muchos enemigos celebraron con fiestas y jolgorios el 24 de septiembre de 1625.
Aquel día moría el Gran Duque de Osuna terror y fustigador de venecianos, turcos, franceses y demás enemigos de España.

“Faltar pudo su patria al grande Osuna/ pero no ha su defensa sus hazañas/ diéronle muerte y cárcel las Españas/ de quien él hizo esclava Fortuna”.
Fco. de Quevedo.
A. Villegas Glez. 2011

Imagen: El Duque de Osuna

 

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