domingo, 26 de enero de 2014

PER ASPERA AD ASTRA

Desde la dificultad hasta las estrellas…
Así reza el hermoso lema del Ejército del Aire Español. 

Hermoso y realista, porque desde el principio de toda aquella aventura, tuvieron que vencer dificultades y problemas sin fin: material obsoleto, falta endémica de presupuestos para cualquier cosa, instalaciones improvisadas y demás etcéteras tipycal espanis.
Ya saben, nuestra querida tierra… 

Hasta los mismos aviones se tenían que comprar por suscripción popular o eran, en algunas ocasiones, donados por pudientes particulares apasionados de la aeronáutica.
Sin embargo aquí contábamos con una materia prima de la que carecían otras naciones. Aquí teníamos la ilusión, el espíritu de sacrificio y el valor de nuestros aviadores.

Esta es su pequeña historia.

El primer español que -digamos- alzó el vuelo, se llamaba Diego Marín y allá por el año 1793, (que ya ha llovido), construye un artefacto fabricado con varillas y plumas de ave y con el que se lanza, resuelto a surcar el aire, desde lo alto de una torre del castillo de su pueblo. Consiguió recorrer cuatrocientos metros antes del aterrizaje -forzoso claro- del que milagrosamente sobrevivió. 
Diego seguirá toda su vida obsesionado con la idea de volar como los pájaros. 
No era el único en el Mundo ya que aquel anhelo lo arrastraba toda la humanidad desde los tiempos de Ícaro.

Un día los hermanos Wright lo lograron y la pasión de volar caló al planeta entero, y enseguida surgieron los inventos y las mejoras y con ellos las gestas aeronáuticas. 

Aquí no fuimos menos, aunque parezca mentira, y también hubo pioneros, ingenieros y pilotos contagiados por la nueva y espectacular tecnología. 
Algunos de ellos eran de los mejores y más reconocidos del Mundo. 
España echaba a volar.

El día veinte de abril del año mil novecientos diez y por Real Orden, se crean los Servicios de Aerostación, Aeronáutica y Aviación y además, como guinda tecnológica, un soberbio laboratorio de Aerodinámica. 

El nuevo Servicio se le asigna al Cuerpo de Ingenieros y en el año 1911 empieza el curso de la primera promoción de pilotos.
En 1913 nacía el Servicio de Aeronáutica Militar, que quedaba dividido entre Aviación y Aerostación.

El dieciséis de abril de aquel mismo año se aprobaba el emblema que luciría el Cuerpo, el mismo que hoy en día llevan en las guerreras y que es diseño e idea de la bellísima Infanta doña Beatriz de Sajonia, esposa de don Alfonso de Orleans, que fue, a la sazón, uno de nuestros primeros pilotos militares y padre de la Aeronáutica militar española.

La Infanta era, además de hermosa, una brillante egiptóloga y cierta noche en la que en su casa, su marido y algunos de los primeros oficiales del Cuerpo de Aviación discutían sobre el emblema que debían lucir en sus uniformes, ella recordó los escarabajos alados que, en el Antiguo Egipto, protegían los templos de la entrada de malos espíritus y entonces dibujó un círculo rojo con alas de plata y encima del conjunto la Corona Real. 

El diseño fue aplaudido de inmediato y adoptado por nuestra aviación. Luego lo copiarían casi todas las Fuerzas Aéreas del mundo. ¿Les había dicho que Beatriz además de guapa, era lista?, pues eso, ahí está el emblema por ella inventado tan hermoso, y como querían nuestros pilotos, imperecedero.

Con los años el emblema adoptó el sobrenombre de “Rokiski”, y esto es también curiosa y españolísima anécdota. 

El apodo es en honor de don Luis Rokiski, que era un brillante grabador amén de avispado comerciante y que fue el fabricante de los emblemas que los aviadores lucían, brillantes como soles de mayo en el pecho de las guerreras.

Pero sigamos con nuestra pequeña historia.

El cinco de noviembre del año mil novecientos trece, aparatos "Lohner B-1" realizan la primera acción aérea de guerra de la Historia. Por vez primera se utilizan los aviones para combatir contra el enemigo de forma organizada y pocos días después, nuestros aviadores, realizan el primer bombardeo contra posiciones enemigas. Los picados para arrojar las bombas, que se tiraban a mano, eran pruebas irrefutables del valor de nuestros aviadores.

En noviembre del año mil novecientos quince la aviación española se apunta otro tanto al registrar en sus anales el primer vuelo de un hidroavión militar. Son el Capitán White Santiago y su Curtiss JN-Z.

En 1922 el Cuerpo recibe su primera Medalla Militar Colectiva, en agradecimiento a su inestimable trabajo y su valeroso papel en el frente africano:

“Por su eficientísimo trabajo apoyando a las otras unidades y su acción de fuego sobre el enemigo…”

El ocho de septiembre de 1925 la aviación participa brillantemente -y resulta decisiva para la victoria final- durante el famoso desembarco de Alhucemas. 
Desembarco, por cierto, que es el primero de la Historia que reunía fuerzas de tierra, mar y aire. Diecinueve años antes que Omaha beach y toda la murga anglosajona.

En mil novecientos veintiséis un hidroavión español, el “Plus Ultra”, cruza el Atlántico Sur y aterriza en Buenos Aires. Es la primera aeronave y los primeros pilotos que lo consiguen en el mundo.

En abril de ese mismo año, los capitanes Loriga y González Gallarza consiguen alcanzar Manila con su "Breguett XIX". Formaban parte de la famosa “Escuadrilla Elcano”, que en diecinueve días y tras muchos avatares y aventuras, habían recorrido los diecisiete mil y pico kilómetros que separaban Madrid de la capital filipina. 
Otro hito más que apuntar en el libro de las glorias de nuestra aeronáutica.

En 1928 el ingeniero La Cierva presenta su autogiro "C-6", que se convierte en un exitazo inmediato y que es el padre de los helicópteros modernos. El libro sigue engordando.

Después llegó la Guerra Civil y como en todo lo demás quedaron las fuerzas divididas y España pasó a convertirse en el campo de pruebas de los alemanes y de los rusos. Los aviadores españoles de uno y otro bando derrocharon valor y ganaron justa fama de valientes y decididos entre sus homólogos de las otras naciones.


Al acabar la contienda y crearse el Ministerio del aire, el Cuerpo alcanza el grado de Ejército, el día siete de octubre de 1939.

Su primera misión será proteger el espacio aéreo español y el de su Protectorado durante la Segunda Guerra Mundial.

Hubo muchas, muchísimas provocaciones por parte de los contendientes, sobretodo de los Aliados y hubo bajas en los dos lados durante aquellos días oscuros en los que a España la miraban con desprecio, mientras Europa ardía por los cuatro costados.

En noviembre de 1943 un hidroavión Catalina de los norteamericanos atacó a un "CR- 32" nuestro, y éste, pilotado por el capitán Ferrer, respondió al fuego sin dudarlo, obligando al otro a amerizar de emergencia y con daños tan graves que el aparato norteamericano acabaría hundiéndose. ¡Toma John que es de espumillón!

Tras este incidente y otros que se sucedieron, se firmó el acuerdo llamado de “las tres millas”, denominado así porque los aviones aliados no debían acercarse a menos de esa distancia de las costas españolas.

Se crea el Servicio Aéreo de Rescate que será equipado con hidroaviones "Dornier-24", y que lograron rescatar de las aguas y salvar de la muerte a cientos de pilotos y marineros en el Mediterráneo, rescatando náufragos y a pilotos derribados de todos los contendientes sin distinción. Y encima jugándose la vida cada vez que despegaban subidos en un aparato de fabricación alemana y con los cielos infestados de “Spitfires” y de “Hurricanes” ingleses que patrullaban el Mediterráneo desde sus bases de Malta y Gibraltar.

Todavía están esperando los del SAR que alguno de los gobiernos inglés, alemán, francés, italiano y demás les den las gracias por su labor humanitaria… 
Y lo que les queda que esperar, me temo.

En los combates aéreos sobre los cielos de Europa participaron españoles encuadrados en la llamada “Escuadrilla Azul”, debido a la División homónima que combatía en tierra, y que logró derribar 170 aparatos enemigos y realizó incontables misiones durante su estancia en el frente ruso. 
En el que también combatieron cuarenta o cincuenta pilotos españoles encuadrados entre las filas de la aviación soviética y que estaban mucho más fogueados y curtidos que sus camaradas rusos, logrando muchos de ellos alcanzar el título de As y Héroe de la Unión Soviética.
Aunque luego muchos fueron destinados a los campos de Siberia.

Después llegó la paz, y al principio a la pobre y miserable España las naciones le dieron la espalda: ¡qué se mueran de hambre!- pensaban.

Por eso durante la posguerra seguimos fabricando el material alemán, los "Me-109" y los "JU-52", versiones hechas aquí de aquellos fiables aparatos, que llegarían a participan incluso en la Guerra de Ifni del año cincuenta y tantos porque, a pesar de que ya se había recibido material norteamericano, estos nos negaron el permiso para poder utilizarlo contra Marruecos. 
¡Tócate los cojones, Andrés!

Construcciones Aeronáuticas,(CASA), fabrica los transportes “Azor” y “Alcotán”… En España trabajaba el famoso ingeniero alemán Willy Messerschmitt, padre de los 109 y del primer caza a reacción del mundo el Me-262.

En el año mil novecientos cincuenta y tres llegan los primeros reactores, los "T-33" y los "F-86 Sabre" de fabricación norteamericana. 

Con la Guerra Fría empezando a caldearse los norteamericanos habían puesto sus ojos, (y sus dólares), en España.
Ya todo lo que vendría será material norteamericano… Los "F-104", los "F-5", los "F-4 Phamtom".

En España fabricábamos el mejor avión de transporte ligero del mundo, el "C-212 Aviocar", que era heredero directo del viejo y robusto Junkers alemán.

Luego llegarían los “Mirage” franceses con sus distintas versiones y mejoras… Basta decir que los más modernos aparatos que adquirimos en aquellos tiempos los compramos en el zoco moruno de Qatar. ¡Casi ná, Paco, una ganga!

Y sin embargo, con trabajo, tesón, profesionalidad y dos huevos, el Ejército del Aire español estaba considerado -y está- como entre los mejores y más capacitados del Mundo.

Hoy en día tenemos los "F-18" y el ultra-moderno y carísimo “Eurofigther”, aparte de otros cientos de aparatos de todas las clases.
Y seguimos conservando lo más importante…

Tenemos a la gente, heredera de todos aquellos hombres que los precedieron, de todos aquellos que lucieron orgullosos antes que ellos, esas hermosas alas en el pecho, siempre dispuestos y preparados para defender los cielos de su patria. Siempre en guardia, siempre alerta.
Dispuestos a gritar su lema al viento, ése viento que les empuja y que les lleva:

"Desde la dificultad hasta las estrellas…"

© A. Villegas Glez. 2012







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